Prevenir siempre es Mejor que Curar
La exposición a ruidos intensos (aviones, auriculares, motores...) es la principal causa de discapacidad auditiva entre los jóvenes.
Sordera:disminución de la audición, hipoacusia, pérdida auditiva... Son distintos términos que hacen referencia a una misma realidad: la incapacidad total (cofosis) o parcial para escuchar sonidos, en uno o ambos oídos. Los especialistas recomiendan tener en cuenta una máxima: “Prevenir la hipoacusia es más efectivo que tratarla después de que el daño ya esté hecho”.
La evaluación de la hipoacusia para todos los recién nacidos es muy importante, ya que la audición es la principal vía de desarrollo del lenguaje y el habla, y cualquier trastorno en la percepción auditiva a edades tempranas va a afectar al desarrollo lingüístico y comunicativo, a los procesos cognitivos y a la posterior integración escolar, social y laboral. Si un niño padece problemas de audición, deben ser detectados cuanto antes para que sea posible un perfecto desarrollo e integración futura.
¿Y en los adultos? Aunque es posible sufrir un trastorno auditivo por una enfermedad o por algún factor hereditario, la exposición a ruidos intensos es la principal causa de la discapacidad auditiva neurosensorial entre los jóvenes. Los producidos por los equipos de carpintería, motores de explosión, maquinaria pesada, disparos o aviones, por ejemplo, destruyen los receptores auditivos del oído interno. Otras causas frecuentes son el uso de auriculares para escuchar música a gran volumen y estar cerca de altavoces.
La sensibilidad al ruido varía de una persona a otra, pero en todos los casos se pierde algo de audición con la exposición a un ruido intenso (cualquiera que supere los 85 decibelios es perjudicial) durante un tiempo suficientemente prolongado. Las lesiones por expansión sonora debido a explosiones (trauma acústico) causan el mismo tipo de pérdida.
La mejor prevención es reducir el nivel de ruido siempre que sea posible y alejarse de las fuentes que lo provocan. Y si es inevitable, utilizar protectores de oído, como tapones o almohadillas para cubrir las orejas.
Nestor Granados
Septiembre 2010
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