Mareos y el oído.
Padecimiento del oído que afecta el sentido del equilibrio y puede llegar a producir sordera.
También conocida como Vértigo de Méniére o Edema endolinfático, es un padecimiento crónico que afecta el oído interno y por lo general se presenta en solamente uno de ellos, aunque hay personas que llegan a tener los síntomas en los dos. Afecta principalmente a personas entre los 40 y 60 años y su incidencia es más o menos igual en hombres que en mujeres.
Aunque la causa exacta se desconoce, algunos especialistas la relacionan con la degeneración de las vellosidades del oído interno que son las encargadas de transmitir las ondas sonoras y otros la relacionan con el ruido o problemas ambientales.
Lo que sí se sabe bien, es que en todos los casos se relaciona directamente con los fluidos en los canales del oído interno y a pesar de ser muy molesta y de no ser una enfermedad contagiosa, ni fatal por sí misma, por sus efectos puede llegar a ser una enfermedad discapacitante ya que en algunos casos ocasiona sordera y por los síntomas puede ser causa de accidentes, sobre todo si los episodios o ataques son prolongados y repetitivos.
El ataque se presenta cuando sin motivo alguno, aumenta el líquido en la zona del laberinto del oído interno, lo que produce una mayor presión y un trastorno del sentido del equilibrio.
El laberinto, del oído se conforma con dos partes: el laberinto óseo que cubre y protege a la otra parte que es el laberinto membranoso que en su interior contiene líquido endolinfático, necesario para oír y para mantener el balance o equilibrio del cuerpo.
Normalmente, cuando la cabeza se mueve, el líquido endolinfático también lo hace, haciendo que los receptores nerviosos del laberinto membranoso envíen señales al cerebro sobre los movimientos del cuerpo, para que a su vez el cerebro mande señales a los diferentes órganos para conservar el equilibrio.
Pero un aumento en el líquido endolinfático puede hacer que el laberinto membranoso se dilate o hinche, condición conocida como edema endolinfático y se produzcan los síntomas característicos al mesclarse con el líquido perilinfático, otro fluido del oído interno que se encuentra entre el laberinto membranoso y la estructura ósea del oído interno.
Aunque por lo general la pérdida auditiva de la persona tiende a recuperarse entre ataques, suele empeorar con el tiempo y si estos son muy frecuentes, hay peligro de sordera.
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